La herida
Caminas con lo justo, respiras la energía mínima que se requiere, para que cuerpo y mente funcionen. Agradeces a cada rato, que te alcancen las fuerzas para seguir, un día, otro día más. Estás muy cansada, no sabes si vas a poder. A veces lloras, sollozos y suspiros son parte de ti, aparecen a cada rato. En el pecho, una punzada anuncia que sigue abierta.