Pide un deseo

"Olvida la idea de convertirte en alguien, porque ya eres una obra maestra. No puedes ser mejorado. Solo tienes que saberlo, darte cuenta de que ya eres una maravilla, y entonces lo serás". Osho

Estoy re-leyendo estos días el libro “Deja de ser tú” de Joe Dispenza. Un relato en el cual nos insta a descubrir cómo la mente crea la realidad.

Lo había leído hace bastante años, en formato digital.

Voy por la página 264, aún me quedan bastantes para concluirlo. Me está haciendo replantearme muchas cosas este libro.

Ando con ganas de hacer trampas y saltarme unas cuantas páginas, para llegar más pronto al final, así llego a las meditaciones que plantea, para dejar de ser uno mismo y convertirse en la mejor versión que hayas podido imaginar de ti. Tengo ganas de grabarlas para hacerlas conmigo misma.

Aunque me va a tocar esperar, como una niña buena, leer lo que va antes, porque en este tipo de libros, lo que se cuenta antes es importante. Van datos que luego pueden ayudarte a comprender la esencia principal que quiere transmitir el autor. Así que voy a morderme las ganas de adelantarme, para ir paso a paso.

“Ci va piano va lontano”.

O lo que viene a ser en castellano: “No por mucho madrugar amanece más temprano”.

No sé cómo haces tu cuando lees un libro. Los míos no se los puedo dejar a nadie.

De un tiempo a esta parte ya no me corto, años atrás los podía prestar, si alguien me los pedía. Ahora sería imposible. La mayoría están escritos en todas partes, en los márgenes, en las hojas del principio y del final.

Cualquier trozo en blanco se convierte para mí en un lienzo donde anotar las ideas que se me ocurren al leerlo. Me emociono tanto que los subrayo, les marco las páginas, los releo, les hago marcas variadas, recuadros, sombreados. De veras te digo que, si el libro me llena, lo gozo sobremanera.

Este es uno de esos libros. Algún párrafo lo he leído varias veces. He dejado bien anotadas frases que me interesan.

Me preparo, compruebo que el lápiz esté bien afilado, aunque la punta mejor un poquito gastada, que al escribir deje una marca suave y armónica, amable para la hoja que recibe con amor la marca negruzca del carboncillo.

La puerta de mi habitación cerrada, que nadie interrumpa este momento sagrado que me dedico a mí.

La posición cómoda, recostada sobre la cama o bien acomodada en el sofá.

Si está anocheciendo, una lamparita de las que tienen pinza y se cargan con el mismo aparatejo que los teléfonos móviles.

Lista.

Agarro entre mis manos el ejemplar, grande, rojo, pesado, con más de 300 hojas, del Joe Dispenza, y me entrego.

Saboreo cada palabra, cada giro, cada símbolo de admiración. Paro, anoto, subrayo y continúo el juego.

La lectura es un juego. ¿Nunca te lo habías planteado?

El libro entrega, tú recibes, luego tú te emocionas y le vas devolviendo una pequeña esencia de ti, él acompaña tu sentir, sigue compartiendo y tú entras en gozo.

El gozo de descubrir lo que antes desconocías, el gozo de recordar lo que ya sabías, el gozo de sumergirte en las historias o en los datos que se esconden tras las palabras de cada uno de los autores que caen en tus manos.

A lo largo de mis 51 años he leído miles de libros, muchos en formato digital, aunque a mí lo que me gusta es el libro en formato impreso.

Lo siento. Sé que se consume más papel. Sé, hay que ir adaptándose a las nuevas tecnologías, los avances y demás, pero que no es lo mismo.

Donde esté un buen pedazo de papel, que puedes oler, ver, tocar, sentir el roce de tus dedos mientras pasas las hojas y llenarte con el sabor que brota en tu boca al tenerlo tan cerca de ti… ¡No es lo mismo!

Vas a compararlo con un cacho de pantalla a la que le tienes que andar dando con el dedo, para pasar la página, y eso ¿a qué huele?, ¿a qué sabe?, ¡que no que no!

Volvamos al libro de Dispenza.

Este doctor nos cuenta que somos creadores divinos.

Explica que formamos parte de un inmenso campo invisible de energía que contiene todas las realidades posibles, y que responde a nuestros pensamientos y sentimientos.

Esto viene a ser una especie de “Pedid y se os dará” que decía la Biblia. Si estás triste e insistes en esa tristeza, la vida (ese campo inmenso de energía) te obedece y trae más tristeza.

Sin embargo, si, a pesar de estar triste, entiendes que mereces mejorar tu estado de ánimo y solicitas “ayuda” y te visualizas en un futuro con más ánimo, ya se encargará la Vida de que una amiga te llame para contarte algo gracioso o de que un familiar se acerque a tu casa a acompañarte en estos momentos y te haga sentir mejor con alguna anécdota simpática.

Dispenza dice que no tenemos que conformarnos con nuestra realidad, que podemos crear otra nueva y mejor, alineando pensamientos y sentimientos.

Para ello es necesario que cambiemos.

Sí lo sé, a lo mejor a ti te pasa como me sucede a mí, que el cambio me da miedo. Puede originar una etapa de cierta incomodidad, incertidumbre y alteración de nuestra rutina habitual, aunque al final, el resultado, será importante. Consigas o no consigas lo que te habías propuesto, siempre lograrás un impacto en ti y en la vida que te rodea.

Se trata de conseguir cambiar lo que sentimos, hemos de “convertirnos” en otra persona y crear un nuevo estado mental, cambiando las emociones memorizadas del pasado, para vivir en el ahora.

Vamos asociando las emociones o las imágenes con cosas que nos han sucedido en el pasado y tenemos interiorizado cómo nos sentimos en ese pasado.

Si deseamos una nueva realidad hemos de observar todos los aspectos de nuestra personalidad actual.

Mirar en nuestro interior, investigar qué pensamientos tenemos sobre nosotros, sobre los otros, sobre la vida, sobre la muerte, etc.

Lo que pensamos afecta a nuestra realidad. Es bueno preguntarse si queremos seguir invirtiendo energía en esos pensamientos que no nos están haciendo sentir bien. Se trata de evitar que los pensamientos negativos aparezcan de manera automática.

Para que haya un cambio real en tu vida, hace falta un poco de coherencia o un mucho. Si yo fuera más coherente y menos miedicas, otro gallo cantaría.

No puedes pensar una cosa, sentir otra, hacer otra y esperar que tu vida fluya. Por eso la coherencia es tan necesaria en esta vida, si deseas que cambien las condiciones en las que se suceden los segundos de tu día a día.

Voy a ir concluyendo. Para finalizar quisiera animarte a que investigues sobre la “visualización”, creo que en alguna ocasión hablé sobre ella.

Aún no he terminado el libro de Dispenza, aunque me da la sensación de que va un poco de esto. Alineando lo que piensas y lo que sientes, puedes visualizarte a ti en un futuro mejor.

Al menos eso es lo que hago yo al visualizar. Visualizo lo que quiero conseguir e imagino lo que siento durante el transcurso de los sucesos que ocurren en esas imágenes.

Me gusta lo que estoy descubriendo en este libro. Te animo a que lo leas. Investiga para ser tu mejor versión. Comparte con el mundo lo más bonito que hay en tu interior y permite que la VIDA (así con mayúsculas) te acerque la mejor versión de las personas que te rodean.

Inspira profundo, cierra los ojos… pide un deseo.

Comparto este pequeño vídeo de un paseo por el bosque. Bienestar en unos instantes.

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Abrazos de corazón.

María José Malleiro Zorzano (Mirena)

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