Si vas a invertir energía confiando en alguien, que sea en ti.
Si vas a querer a alguien, que seas tú la primera persona en tu lista.
Si vas a cuidar a alguien, que sea a ti a la que mejor trates.
Si vas a participar en la vida de alguien, inclúyete a ti.
Si vas a aprender de alguien, que sea de ti, la primera persona de la que aprendas.
Luego, a tu lado, puedes llevar la más nutrida hilera de familia, profesores, maestros, aprendices, conferenciantes, espejos y un largo etcéteras de seres, con las cuales compartir.
Camina hacia ti, camina hacia lo que tienes que ser, camina hacia lo que tiene que ser.
Eres un ser completo. Confía, confía en ti.
No eres una media naranja que precisa de otra media para sentirte una pieza entera. No hay nada ni nadie que necesites para completarte. Eres un ser completo.
Lo eres todo y puedes convivir con una pareja, sabiendo que desde la independencia y completitud de cada parte, se puede recorrer un camino común. Así es como se hace el sendero más transitable.
No digo que sea fácil, solo digo que se puede.
Si lo tuyo no es compartir con otro ser tu corazón, puedes vivir en soledad, decidiendo que tú contigo formas un gran equipo, sin necesitar pareja.
Comienza a tratarte con la bondad que solicitas a los demás.
Confía, el viaje es hacia adentro, en tu interior hallarás tantas respuestas como te atrevas a escuchar.
Decidas lo que decidas, prueba a quererte y darte lo que crees que necesitas del exterior, lo que esperas que te de el otro.
Por ejemplo:
1) Escucha música y prepárate un baño calentito, sal y unas gotas de aceite: lavanda, rosa,… Si no tienes bañera, pon los pies en una palangana con agua, sal y aceite suave. Déjate llevar por la música y el calorcito.
2) Ve a dar un paseo a un lugar abierto (no valen centros comerciales), si tienes la posibilidad de acercarte a un lugar de naturaleza, un parque con árboles, si no puedes, pasea por las calles de tu pueblo o ciudad. Se trata de que te despejes, que ejercites tu circulación, que actives el corazón a través de movimiento.
3) Al levantarte haz unos estiramientos musculares, y unas enérgicas friegas a tu cuerpo, de cabeza a pies. Generarás endorfinas y te sentirás más relajado y feliz.
Encuentra tú lo que te haga bien, a ti, a tu vida, a tu corazón, a tu cuerpo.
Atrévete a ser la mejor alianza para ti, la mejor amistad para ti, a mostrar tu mejor sonrisa hacia ti, a tener los mejores pensamientos hacia tu ser.
Mi mente es un poco gamberra y traicionera, se empeña, desde que soy pequeña, en decirme que no valgo, que no puedo, que no sirvo, que no podré.
Muchas veces le hago caso, sí, soy frágil cual florecilla silvestre en esos momentos, me dejo embaucar con las mentiras que me cuenta la mente «petarda».
Aunque muchas otras veces, dejo de lado lo que me dice esa mente cansina y hago lo que me da la gana: brillo, gozo, destaco, lo hago bien y disfruto en el proceso.
Atrévete a sortear los miedos y las críticas que quiera tu mente imponerte. Esas palabras y sentimientos sabotean el bienestar que quiere hacerse amigo tuyo.
Agarra el toro por los cuernos y tírate a la piscina, dile «no» a los autosabotajes. Tú puedes.
Como decían en la película “El Mago de Oz”: “Siempre has tenido el poder, querida. Lo has tenido todo el tiempo”.
La perfección habita en ti
Cuando te das cuenta de este hecho, puedes vivir en mayor armonía. Es una perfección que aúna todas tus imperfecciones, todos tus miedos, dolores, molestias o miserias, todas las alegrías, ventajas y facilidades en la vida.
El camino pasa por escucharte. Desde el silencio. Escuchar lo que te duele o preocupa.
No hay nada externo a ti que pueda cambiarte. La felicidad no se puede encontrar, viaja en ti, desde siempre. Escúchate. Deja que salga.
Has de aceptarte con errores y aciertos, como eres, si te apetece mejorar, serán bienvenidos los cambios, aunque a ti te toca decidir si avanzas, paras o retrocedes.
Tú puedes sentirte bien, a pesar de las circunstancias, tú puedes permitirte decirte que la vida es maravillosa, a pesar de los malestares.
La vida es un aprendizaje, incluso las situaciones más adversas, pasado el duelo, nos traen una fortaleza.
A veces es duro, lo sé.
Cuando el daño está fresco, puede ser duro o difícil. Pero después de la escucha, después de un tiempo, madurado el duelo, podremos verlo de otra manera.
Encuentra lo que te hace sentir bien. Recuérdate cada día lo que te quieres, que eres un ser maravilloso y perfecto, a pesar de tus errores, sin juicios.
Encuentra lo que te conviene, lo que te trae paz y bienestar. No a todos les sirve lo mismo, investiga.
Deja de intentar cambiar a los demás, comprende que el cambio comienza en ti.
¿Qué es lo que te recarga la energía vital?
Camina a su encuentro. Recuerda que tú eres lo único que le falta a tu vida.
Regresa a ti. Quédate contigo a solas cinco minutos y escucha que llevas dentro.
Comienza a quererte, de veras, de verdad de la buena. Te mereces eso y más.
Cada vez más veces consigo quererme mucho, consigo escucharme, aprovecho lo que la vida me trae, y me doy cuenta de que la vida me acerca, no lo que yo quiero, sino lo que necesito para aprender y evolucionar como persona.
A ratos, cuando me quiero, reconozco que soy perfecta, con toda mi ignorancia e imperfecciones.
Comparto aquí un ejercicio:
-Ponte delante de un espejo, sonríe, mírate con amor, acaricia tu cara, marcada por los años.
-Repite esta frase cada día al levantarte, frente a un espejo, durante un mes:
«Yo……..(aquí dices tu nombre)….soy una buena persona, puedo ser una buena persona, y me doy permiso para quererme, cuidarme y perdonar mis fallos. Prometo ser mi mejor versión y avanzar a cada momento. Prometo serme fiel y tratarme con amor cada uno de los días de mi vida, de aquí en adelante. Gracias de corazón a la vida que me escucha y me sostiene».
Aquí comparto un pequeño vídeo sobre la confianza en la vida y en ti. Si te apetece puedes dejar algún comentario en el vídeo o suscribirte al canal. Si quieres entrar en mi canal puedes pinchar aquí: Con las Manos de Mirena
Recuerda que eres un ser completo, todos somos seres completos, comencemos a vivir desde ahí y a ver qué sucede.
Abrazos de corazón.
María José Malleiro Zorzano