“Para recordar quién eres necesitas olvidar quién te dijeron que eras”. Christian Northrup
Cuando coartan tus movimientos y tu vida de alguna manera, descubres que has perdido parte de libertad. Puede que hasta ese momento no se te hubiera pasado por la cabeza que eras libre, libre de ir y de venir, de entrar y de salir, de VIVIR.
Nunca te planteabas que pasear por la calle a cara descubierta fuera algo que extrañarías un día y que echarías de menos los abrazos, las reuniones en grupo de amigos y familia.
O que atesorarías como el más valioso de los regalos, cada vez que descubrías que una persona seguía creyendo en la libertad.
Me sorprendo recordando que soy libre, soy libre de elegir, eso no me lo puede quitar nadie.
Como decía Narosky: “me cierran con mil candados, pero se olvidan de que yo soy la llave”.
Si recuerdo que soy mucho más allá que este cuerpo que habito, por muchas restricciones que impongan, puedo mejorarme, sanarme, cuidarme, puedo quererme, dedicarme a ser feliz y libre, en mi parcela de vida. En el espacio que me dejen, con la gente que quiera viajar a mi lado.
Me comparto con el mundo desde mi mejor versión, en cada momento. Unas veces esa versión será más valiente y próspera; otras será más achicada y de luz tenue, porque habré sucumbido al miedo o a la culpa.
Soy humana, me pierdo en el camino, ¡tantas veces! Lo divertido es que me voy encontrando y otra vez me pierdo y me encuentro. Vuelvo a la vereda que confío sea la correcta, tantas veces como haga falta.
Me sorprendo ahora y recuerdo que soy libre, siempre he sido libre, siempre lo he sido.
Me acabo de dar cuenta. La libertad estaba ahí, en una esquina, aguardando a que la mirara, a que yo la cogiera, a que la usara. Solo hube de parar un instante y girar la cabeza hacia donde nunca la llevo.
Cambié el ángulo de mirada. Ahí estaba, enredada en un rayo de sol que acariciaba una tela de araña, agazapada en la esquina del armario de mi habitación.
Brillaba, con un brillo inmenso, envolviendo la tela, tranformándola en mil diamantes valiosos.
Al descubrirla, el gozo inundó por completo mi alma, mi cuerpo exhaló, desde lo más hondo de mi corazón, un grito de alegría, por haber descubierto lo que ya poseía, por haber comprendido la libertad que ya tenía.
Ahora, tocará ir recordando aquello que había olvidado, con calma, de a poco, conociéndonos, re-conociéndonos, volviendo a entrar en confianza.
¡Oh libertad!, ¡mi amada libertad!, gracias por acompañarme de regreso a casa. De regreso a mí.
Os comparto canciones que loan la libertad:
-Libre, de Nino Bravo:
-Libertad sin ira, de Jarcha:
–Nada particular, de Miguel Bosé:
Recuerda quién eres, recuerda que eres libre de ser, recuerda que eres una maravillosa persona.
Recuerda.
Abrazos de corazón.
Mirena