La Adolescencia

"La adolescencia representa una conmoción emocional interna, una lucha entre el deseo humano eterno a aferrarse al pasado y el igualmente poderoso deseo de seguir adelante con el futuro". Louise J. Kaplan

Estos días me toca a mí llevar a Mario al Instituto. Es un cole pequeño, diferente, alternativo. Para ir no hay autobús, hay que llevarlo y recogerlo.

Gabriel es el que lo lleva por las mañanas normalmente y luego lo recojo yo. Como anda de viaje por trabajo, el transporte corre de mi cuenta.

Reconozco que procuro que el proceso de avisarle de que ya es hora de salir de casa, bajar en el ascensor, meternos en el coche y salir, sea lo más rápido posible.

De un tiempo a esta parte está más desagradable que nunca. Todo le molesta, todo le parece feo o mal. Cualquier nimiedad es motivo de bronca o la excusa perfecta para enfadarse.

Me pongo a rememorar.

Me quedo pensando en mi propia adolescencia, tengo 51, así que hace una montonera de aquello y lo que viene a mi mente son recuerdos lejanos y desdibujados.

Me suena sentirme fatal cuando mi madre, con 12 años, me mandaba limpiar el polvo de los muebles del salón, me parecía un horror.

Acude a mi memoria un corte de pelo muy desafortunado que me hice, lleno de capas y formas extrañas. Tardé siglos en encontrarme de nuevo bien, por mucho que los de mi alrededor me decían una y otra vez que «tampoco es para tanto, el pelo crece enseguida«.

También me acuerdo que pasaba horas en la habitación, pensando en las musarañas y escribiendo «tontunadas».

A mí me daba por escribir, escribía historias sobre la vida diaria, poesías, cartas a mis amistades, cartas a un novio en las lejanías que tuve durante un tiempo.

Antes no había correos electrónicos, ni redes sociales y para comunicarte tocaba hacerlo por carta o llamar esporádicamente por el teléfono fijo, que lo del móvil era algo impensable que salía solo en las películas de ficción o futuristas.

El caso es que mi habitación se convirtió en mi fuerte y trinchera, pasaba horas allí.

Mirena con su hijo en brazos

Mario ya no es aquel bebé precioso que sonreía mientras se alimentaba de mi teta.

Anda sumergido de lleno en las aguas adolescentes.

En esta época tan rara necesita descubrir quién es, qué siente y qué quiere hacer con su vida. Precisa crear su nuevo autoconcepto y entender la avalancha de cambios físicos, psicológicos, emocionales y sociales por los que transita. Todo ello le acarrea un remolino de inestabilidad y desasosiego, que no siempre es capaz de gestionar de la manera más adecuada.

Supongo que ha de ser duro para él, tanto cambio hormonal, tanta transformación física, mental y emocional. A veces siento ternura, por esta etapa tan extraña en la que anda sumergido.

Ya no quiere saber nada de mí y, me monta un “pollo” cada vez que se me ocurre sugerirle que podía acompañarme a la finca a preparar el huerto o a limpiar las hierbas.

Pone cara de asco si le propongo que vayamos juntos al cine, en plan «madre-hijo».

Me mira como si estuviera loca cuando digo que me voy a pasear al perro, por si le apetece pasear con Fénix y conmigo.

Ha pasado de besarme y mirarme con amor hace unos meses, a decirme que soy lo peor. Si se enfada mucho, dice que ojalá no fuera su madre. Luego se le pasa.

¡Es increíble lo que hacen las hormonas!

Reconozco que muchas son las veces en las que me siento abrumada por tanta revoltura y me da el bajón. Hay días en los que no me apetece verlo, ¡con todo lo que lo quiero!

Ya no se me ocurre comentarle nada sobre su aspecto, que ha dado un cambio radical en este año, ni sugerirle que baje la cantidad de colonia o desodorante que se pone, porque cualquier día nos intoxica a los que vivimos aquí.

Las tornas han cambiado de manera exagerada, además de manera exponencial, que esto parece que va en “crescendo”, aumentando su intensidad cada día.

Se mira constantemente en el espejo y en todo lo que pueda devolverle un reflejo de su imagen, hasta le vale un charco para este menester.

Su habitación es su “cuartel general”. Allí se pasa las horas encerrado a cal y canto y pobre de ti si osas profanar sus dependencias para preguntarle cualquier cosa.

Sus amigos han pasado a ser su verdad. Las amistades se han convertido en sus mejor alianza. Se pasa el día pensando en que va a salir con no sé quién a andar en bici, con no sé cuántos a jugar al baloncesto y con no sé quienes a dar una vuelta por el pueblo o al parque.

Cada vez son más los fines de semana que he de acercarlo al cine o a cualquier lado, porque ha quedado. Tiene más vida social que Gabriel y yo juntos.

Todo lo que digo o hago, según él, está errado o es una tontería.

Todo lo que pienso es absurdo o una locura de vieja.

Cree que lo tuve muy mayor y ahora no soy una madre joven y moderna.

Siente que no lo comprendo y ha emprendido una campaña de acoso y derribo en mi contra, que hace que mi delicada autoestima se tambalee de un lado a otro como un barco a la deriva, sorteando las embestidas de una tempestad, un huracán y un tornado a un tiempo.

Madre mía, ¿en qué se ha convertido Mario?

Hijo, ¿dónde estás?

La Adolescencia es:

-Según la RAE: un período de la vida humana que sigue a la niñez y precede a la juventud.

-Según la Wikipedia: un período del desarrollo biológico, psicológico, sexual y social inmediatamente posterior a la niñez y que comienza con la pubertad.

-Según la OMS: un período comprendido entre los 10 a 19 años, dentro de la etapa que considera ella como juventud (entre los 10 y 24 años).

Según José luis Lilio (psiquiatra): una etapa de elaboración de la identidad definitiva de cada sujeto que se plasmará en su individuación adulta.

-Según UNIR (Universidad en Internet): es una fase clave en el crecimiento de una persona en la que se producen muchos cambios y, en la mayoría de casos, dudas e incertidumbres. A la metamorfosis corporal y la aceptación de esa nueva imagen hay que sumarle el desarrollo de la sexualidad, la creación de la identidad, personalidad y preferencias.

-Según el punto de vista de muchos padres: ¡un auténtico peñazo que están deseando que pase!

A ratos yo también me he sentido incluida en esta creencia. En la de que es un peñazo.

Sí, he de cambiar ese punto de vista. Sé de sobra que lo que se cree se crea, que si lo pienso aparecerá más veces reflejado en mi camino, aunque a veces me cuesta un mundo, sobre todo en los momentos de más descalabre emocional.

He leído muchos libros, he visto vídeos sobre cómo interactuar con adolescentes, he ido a charlas y soy de las las que hablo con los profes de mi hijo para ver cómo van las cosas, sin ser exagerada, dejando libertad en este proceso de aprendizaje.

Pero de veras, a veces se me hace cuesta arriba. Se hace duro aguantar sus improperios, sus malos modos, sus miradas de odio encarnizado, sus quejas constantes y su parloteo negativo sobre mí y el mundo entero.

Aprovecho aquí y ahora para pedir disculpas a mis padres y profesores por cada mal trago que les hice pasar. No recuerdo haber sido una adolescente especialmente conflictiva, pero seguro que mis allegados, en esos momentos de cambio y transformación adolescente, sucumbieron varias veces a mis “locuras momentáneas” de zagala petarda.

Igualmente, cuando mi hijo duerme, lo miro, así, sereno y sé que es un milagro. Entiendo que las experiencias que viva durante esta etapa de su vida, lo harán madurar, de a poco, convirtiéndolo en la persona adulta que será en el futuro.

Es importante que lo deje caminar suelto, que se caiga y que se levante, en la libertad que se le puede permitir a un chico de catorce, que se cree que lo sabe todo (angelito mío), pero sabiendo que estaremos aquí su padre y yo para apoyarlo, observando desde una distancia prudencial, protegiéndolo desde lejos.

Es necesario que sepa que lo queremos (se lo recuerdo cada día), que lo querremos siempre, suceda lo que suceda, haga lo que haga, aunque nos enfademos, siempre será un ser humano maravilloso que nos colmó con el honor de convertirnos en sus padres.

Mario está en construcción, derribando las viejas ideas, destruyendo los antiguos paradigmas, abriéndose a la nueva visión del mundo, de las amistades, de su cuerpo, de su relación conmigo y con Gabriel.

Aquí, pasado, presente y futuro se van a mezclar, pues de pronto me pide para salir a una fiesta, como un mayor y al día siguiente me abraza y me mira con cara de ángel pidiéndome cualquier cosa de niño pequeño. Un día se siente un adulto, al otro vuelve a sus andadas de pequeño.

Esta es una etapa compleja para los adolescentes y para los padres. Una etapa en la que puede haber confrontación, conflictos o disgustos, que nos llenan a los padres de pena, culpa o malestar, y a los adolescentes de rabia profunda, porque no entienden lo que les sucede y no entienden que no les comprendamos a ellos.

Sé que quiero mucho a mi hijo.

Sé que lo hago lo mejor que puedo, que he llevado una crianza lo más natural posible, con lactancia prolongada, colechando, llevando al niño a colegios alternativos, mostrándole a Mario el mundo a través de viajes y de lecturas, aunque a veces he pensado que soy una mala madre.

Si soy sincera, muchas veces lo he pensado. He perdido el norte varias veces. He pensado: ¿por qué me pasa esto a mí?, ¿por qué esto es tan duro?

Entiendo que le cuesta gestionar sus emociones y que está entrando en esta nueva etapa, como si fuera un elefante en una cacharrería, que poco a poco se va ir modulando (espero que sea más pronto que tarde, jejjeje).

Comprendo que no sabe aún organizar lo que siente y que vive entre extremos y explosiones de euforia, rabia o tristeza.

Ya sé que lo que yo opine, diga, haga o sienta, puede parecerle un horror, por el simple hecho de ser una figura materna. Seguro que si le dice lo mismo un amigo, será lo más, porque lo ha dicho él.

También sé que puede navegar entre comportamientos desmesurados y que no sabe aún gestionar correctamente los arrebatos que le entran a veces (por la cosa más nimia).

Que sepa toda la teoría no me quita que me toque vivir en esta montaña rusa del parque de atracciones de la adolescencia y, a pesar de que he ido ya a variados parques temáticos por todo el mundo, no es lo que más me divierte en la vida.

En fin, todo pasa, de todo se aprende, confío en que el poso que nos deje como familia esta experiencia, sea enriquecedor en su esencia, que salgamos fortalecidos de esta maratón que hemos comenzado hace poco.

Gracias a mi amiga Isa, guía Montessori, descubrí a la autora Sara Desirée Ruiz, que con su libro: “El día que mi hija me llamó zorra”, nos abre los ojos a los padres de adolescentes. En su obra ofrece claves para educar de manera respetuosa.

Me quedo con su frase: “no es personal, es neuronal”, que usa para explicar que nada de lo que pueda suceder en esta etapa hemos de tomarlo a modo personal, pues es una época de cambios y aún no están formadas del todo sus conexiones neuronales, no son capaces de comprender la mitad de las cosas que nos dicen, entre ellas el tan manido: “no te quiero”.

Te deseo «buen camino» si estás viviendo la etapa adolescente de alguno de tus retoños.

Me deseo también a mí y a mi familia un buen camino, lleno de compasión, amor y benevolencia, libre de culpas y con las mínimas heridas emocionales.

Te propongo un ejercicio hoy:

Haz una pequeña relajación de un par de minutos, observando tu respiración, con los ojos cerrados.

Agradece por haber prestado atención a tu sentir. Regresa al presente.

Hoy vas a observar y escribir sobre tu adolescencia. Ese periodo de desarrollo en el cual se transforman cuerpo, mente y vida. Un revoltijo biológico, psicológico, sexual y social, que viene después de la la niñez y hace de antesala de la época de adulto joven.

Contesta el siguiente cuestionario de manera detallada, en una libreta o en una hoja:

1) ¿Qué es lo más bonito que recuerdas de aquella época? ¿Qué te hacía sentir, para volver ahora a tu memoria en positivo?

2)¿Qué es lo más feo que recuerdas de aquella época? ¿Qué te hacía sentir, para volver ahora a tu memoria en negativo?

3) ¿Tenías alguna amistad especial? ¿Tenías un grupo de amistades habitual o cambiabas de amistades constantemente? Escribe algún nombre y describe brevemente cómo eran.

4) ¿Te gustaba alguna música en concreto? ¿Cuál era tu grupo de música favorito? ¿Fuiste a algún concierto? ¿Con quién?

5) Cuando ocurría un hecho doloroso para ti, ¿sentías apoyo de tus padres o cuidadores? Pon algún ejemplo.

6) ¿Tenías buena relación con tus padres o cuidadores? ¿Sentías que te querían? ¿Expresaban su amor hacia ti? Si es así, explica la manera de expresar su cariño por ti.

7) ¿Cómo describirías a tu madre en esa época? ¿Crees que ahora te pareces a ella en algún aspecto?

8) ¿Cómo describirías a tu padre en esa época? ¿Crees que ahora te pareces a él en algún aspecto?

9) Cuando eras adolescente, ¿tenías ganas de ser mayor? o ¿querías volver a la etapa de niñez? Razona tu respuesta.

10) ¿En algún momento de esa época, quisiste marcharte de casa? ¿Recuerdas lo que sentías?

11) ¿Sentías bienestar con tu cuerpo? ¿Querías cambiar de altura, de peso, de talla, de forma de la nariz, de color de pelo? ¿Hiciste algún tatuaje en tu piel? ¿Sentías que tu cuerpo no era tu cuerpo, que no lo amabas? ¿Andabas cada dos por tres a dieta para adelgazar?

12) ¿Qué cuatro cosas cambiarías de tu adolescencia? ¿Por qué?

13) Si pudieras retroceder en el tiempo, ¿qué le dirías a tu adolescente?, ¿qué consejo le darías para que fuera más llevadera esta etapa?

Recuerda que cada persona adulta lleva en su interior una parte adolescente, al igual que una parte infantil, para poder transitar al lado de nuestros retoños, estas partes tan complejas, hemos de retroceder a veces a esas partes nuestras, que a veces andan olvidadas en el recuerdo de los años.

“Los jóvenes siempre piensan que el mundo está contra ellos, cuando de hecho es el único momento para ellos”. Mignon McLaughlin

Te comparto aquí un vídeo de mi canal, donde se trata sobre la Autoestima, un tema tan importante en la época de la adolescencia. Si te apetece puedes dejar algún comentario en el vídeo o suscribirte al canal. Si quieres entrar en mi canal puedes pinchar aquí:  Con las Manos de Mirena

Aquí llevas un vídeo sobre la Adolescencia que también realicé con Xoana:

También dejo aquí debajo una meditación, para que cuando surjan momentos de tensión puedas acudir a un rato de calma y bienestar.

Recuerda que eres un ser humano maravilloso, mereces todo lo bueno que puedas imaginar y mereces quererte mucho.

Abrazos de corazón.

María José Malleiro Zorzano (MIA)

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