Nota: Este artículo va dedicado a Luisi Domínguez, que nos dejó ayer, demasiado joven para tener edad de irse. Luchó con todas sus fuerzas por quedarse al lado de sus hijos y de su familia. Querida Luisi que allá donde estés encuentres calma y bienestar. Que la luz te guíe y te de fortaleza. Va por ti.
En un mundo ideal:
-No habría huérfanos. Nadie se quedaría sin madre (o padre) después de una enfermedad complicada, un accidente de coche o una muerte dolorosa. Todo el mundo disfrutaría de sus padres hasta que fueran muy mayores. Todas las personas morirían después de vivir una vida plena, llena de alegrías y satisfacciones.
-Nos enseñarían a disponer de los recursos emocionales y mentales suficientes para salir de todo aquello que consideramos difícil, duro o doloroso: sin sufrimiento, fácilmente. Nos quedaríamos con el aprendizaje que nos dejó este proceso.
-Todas las personas gozaríamos de alimentos saludables, de calidad, para alimentarnos cada día.
-No inventarían armas porque no existirían guerras ni conflictos.
-El aire estaría limpio, libre de contaminaciones y suciedades de cualquier clase.
-Cada persona poseería plenos derechos e igualdad de condiciones, sin importar las razas ni el color de la piel.
-Las relaciones de pareja serían saludables, con respeto, con amor, con pasión, con cariño, con compañerismo, risas, caricias y bienestar.
-Se habría erradicado la pobreza, la corrupción, la violencia y el vandalismo.
-Se construirían escuelas suficientes para educar, acompañar y ayudar a crecer a toda la población, desde la más tierna infancia, hasta el instante antes de fallecer, porque desde que se nace hasta la muerte, siempre aprendemos.
-Nos reiríamos mucho, sentiríamos felicidad plena y gozo de vivir, muchas veces al día.
-El agua dulce sería gratis y potable. Podríamos beber de cualquier río, lago o grifo. Tendríamos agua potable por doquier, limpia y cristalina.
-No habría pobreza ni riqueza, nos miraríamos por igual. Cada cual con sus peculiaridades y sus virtudes. Nadie más, nadie menos, iguales ante la vida.
-Las familias se llevarían bien entre ellas.
-Los medios de transporte estarían a disposición de toda la población. Se podría viajar de un lado a otro en un corto período de tiempo, con facilidad y de manera económica.
-Los países, pueblos y ciudades se gobernarían de manera armónica, con la verdad, con honradez y eficacia. Todos los políticos cobrarían un sueldo, justo y equitativo.
-Todas las personas que trabajasen cobrarían un sueldo justo y equitativo.
-Las personas que se quedaran en casa, al cuidado de sus hijos, organizando, limpiando y cocinando, cobrarían un sueldo justo y equitativo.
-Se usarían energías limpias y renovables para todos los medios de transporte, los hogares y las empresas.
-Habrían quedado en el olvido la contaminación, el cambio climático, la desertización, la despoblación, los huracanes, los desastres nucleares y los terremotos.
-La salud sería la norma en cada ser. Habría atención sanitaria para todas las personas, de muy alta calidad y gratuita, para cuando tuviesen algún accidente o percance. Se habría erradicado por completo la enfermedad.
-El clima sería amable en todo el planeta.
-La población estaría centrada y equilibrada.
-Animarían a las personas a explorar su lado artístico, a crear música, esculturas, cine, pinturas, literatura, etc., pues en cada uno de nosotros vive un artista.
-Todos los lugares del planeta serían seguros y perfectos para vivir.
-Todas las personas podríamos viajar de manera fácil de vacaciones. Podríamos ir varias veces al año, en solitario, con amigos o familia. Siempre aprendiendo de cada nuevo lugar que conociéramos.

-Dispondríamos de hogares seguros, limpios, hermosos y saludables. Todas las personas con su hogar, nadie “sintecho”.
-Veríamos constantemente a través de los medios de comunicación noticias de avances médicos, logros en todas las ramas de la ciencia, acciones de bondad que realizan los humanos. Los noticieros nos contarían cómo la humanidad se ha superado, ha mejorado y ha conseguido vivir en profundo bienestar.
-Los animales tendrían derechos y serían cuidados con esmero y respeto.
-Todo tipo de árboles y plantas serían cuidados con esmero y respeto.
-Todas las personas serían tratadas con dignidad y respeto, sin discriminación ni favoritismo.
-En el colegio nos mostrarían cómo poder cultivar nuestros propios alimentos, en macetas, en un trocito de terraza, en un cacho de jardín, en una huerta, en un parque,…
-No habría mentira ni engaño.
-Nos animarían a descubrir nuestros talentos y a compartirlos con el mundo.
-Nos ayudaríamos.
-Compartiríamos.
-Entenderíamos.
-Atenderíamos.
-Agradeceríamos.
-Tendríamos la facilidad de verlo todo como si llevásemos una gafas especiales, que nos permitieran transformar la vida, la nuestra, la de los otros, para que fuese más amable, más humana, más fácil.

En un mundo ideal todo esto sería posible.
Seguro que a ti se te pueden ocurrir infinidad de cosas buenas que habría en tu mundo ideal. Puede que algunas sean bastante parecidas a las que se me han ocurrido a mí. A lo mejor son totalmente diferentes, estando a años luz de distancia de lo que he escrito.
Sea lo que sea que tú consideres que es bueno meter en el «saco» de un mundo ideal, seguro que enriquecería al ser humano, porque lo has pensado con todo el amor que has podido.
Por desgracia no vivimos en un mundo ideal.
Aunque sí nos lo podemos imaginar.
Podemos:
-Pensarlo
-Sentirlo.
-Soñarlo.
-Visualizarlo.
Podemos hacer todo lo anterior. Pero si no damos pasos hacia adelante, no se hará realidad, no se acercará a lo que quisiéramos.
Nos va a tocar crearlo, fabricarlo, construirlo en nuestra mente, para que luego, con nuestras acciones, sea posible. Si se queda en un pensamiento, no servirá de nada.
Para cualquier cambio hace falta una acción.
Pero para que algo cambie, no hace falta que crees una asociación benéfica para los desamparados de La India o que te marches con La Cruz Roja a alguna zona que anda con conflictos bélicos.
Para que se produzca un cambio, un cambio de veras, basta con que comiences con un pequeño paso, una pequeña acción que mejore tu alrededor, que ayude a alguien cercano a ti, que fomente el bienestar en tu casa, en tu vida, a tu pareja/hijo/madre/…
El cambio empieza en ti.
Porque lo que tú sientes, la manera en la que ves tu mundo, ese mundo que tú has imaginado como «ideal», es tuya, es única e intransferible.
Cada ser humano ve el mundo a su manera, no hay ningún mundo igual al del otro, dicen que ni siquiera somos capaces de ver los colores igual (porque cada uno los ve con sus matices), imagínate como para ponernos de acuerdo en cuál sería el «mundo ideal» perfecto para todos.
No. No hay un mundo unificado.
Igualmente, con pequeños pasos, con pasitos de bebé, podemos llegar a recorrer grandes distancias. Solo has de dar el paso, el primer paso hacia el cambio.

Te propongo un ejercicio de reflexión que puede ayudarte a lograr un cambio.
Pregúntate:
-¿Qué quiero cambiar de mi vida?
-¿Qué puedo hacer para lograrlo?
-¿Soy capaz de comprometerme?
-¿Cual va a ser el primer paso?
-¿Qué fecha me pongo para comenzar con ello?
-Cuando logre alcanzar este primer pequeño objetivo, ¿cuál será el siguiente?
Anota las respuestas, lo más detalladamente posible, en una libreta y lee con atención lo que has escrito.
Y comienza tu ruta hacia el cambio de paradigma, hacia el cambio de vida.
Ahhhh. Además de lo anterior, creo que sería muy importante que hicieras una reflexión de lo que sí funciona en tu vida, de lo que ya te gusta de ti, de lo que va bien a tu alrededor.
Agradécelo de veras, con la mano en el pecho. A veces nos olvidamos de agradecer.
Comparto contigo unas meditaciones, por si quieres relajarte un poco:
Si te apetece, puedes dejar algún comentario en el vídeo, diciendo qué has sentido al realizar la meditación. En el canal tienes muchas más, para relajar cuerpo y mente.
Para entrar en mi canal puedes pinchar aquí: https://www.youtube.com/@conlasmanosdemirena/featured
Abrazos de corazón.
María José Malleiro Zorzano (Mirena)