Me he dado cuenta de algo,
no hay puertas, no hay ventanas,
no hay muros que resguardan.
Todo está unido, todo es abierto,
todo conectado.
Es un sinsentido creer que estamos solos,
que vivimos separados,
caminamos asidos a los otros,
a un todo global que nos conecta.
Coreamos palabras inconexas de distanciamiento,
fracciones de otras frases,
cánticos, sermones,
aires de libertad.
No recordamos que no somos libres,
en el sentido estricto de la palabra “libertad”.
Somos como una masa unificada,
una plastilina,
un TODO.
NO somos libres,
porque somos LA LIBERTAD.
Olvidamos, por momentos,
que vinimos a vivirla, la vida,
y nos enzarzamos en dudas y pensares diversos.
Como compañero el miedo,
esos miedos eternos,
a la muerte, al dolor,
al aburrimiento, al mismo miedo.
Dejamos de crear conscientes,
para componer historias grisáceas,
olvidando esos otros miles de millones de colores que hay,
más allá de los que vemos en un arcoíris.
Un estornudo se lleva nuestra concentración,
un beso nos aterriza de nuevo en el mundo,
este mundo real, del que escapamos tantas veces
sin darnos ni cuenta.
Hay otro mundo.
Es un mundo más allá de lo tangible y físico,
más allá de lo que se percibe con los sentidos
que tradicionalmente enumeran.
Es el mundo interior,
de la magia,
del amor incondicional,
de la verdad pura.
A él se accede cuando cierras los ojos,
cuando escuchas tu esencia,
cuando miras despierto
donde tu corazón y tu ser se encuentran.
No hay puertas, no hay ventanas,
no hay muros que resguardan.
Todo está unido, todo es abierto,
todo conectado.
Cierra los ojos, regresa a ti,
a tu mundo interior,
allí encontrarás lo que anhelas.
Abrazos desde lo más profundo del corazón.
Mirena