Pensamiento fluido

«Eres el amo de tu vida, eres el amo de tu mente, tienes el poder de cambiar la forma de pensar y sentir. Tienes el poder en ti para alcanzar tus metas, convertirte en la persona que quieres ser y vivir la vida de tus sueños». Zlatoslava Petrak.

Hace mucho tiempo, cuando cursaba octavo de EGB, un maravilloso profesor llamado Fernando, nos dijo que guardáramos las libretas y los libros. Durante la hora siguiente íbamos a realizar un ejercicio en el que lo que tendríamos que hacer era escribir lo primero que se nos pasara por la mente.

Comenzaron a lloverle un millón de preguntas y observaciones de este estilo:

“Pooofeee, pero… ¿cómo que lo primero que se nos pase por la mente?; ¿eso cómo se hace?; ¿qué es lo que quieres decir con lo de “que se te pase por la mente”, profe?, no entiendo; a mí no se me pasa por la mente nada ahora mismo; esto es muy difícil!!!; esto es imposible, yo suspendo este ejercicio, no sé hacerlo!!!

Pensamos, pensamos y volvemos a pensar, dicen que podemos llegar a tener alrededor de unos 60.000 pensamientos al cabo del día, así que imagínate lo que pasará por tu mente en media hora, que es lo que duraba el ejercicio que nos mandó realizar el “profe”.

Millones de ideas se pasan por nuestra mente, una tras otra. Dicen los expertos que la mayoría son repetitivas, al parecer a los humanos nos gusta enzarzarnos en lo que sucedió en el pasado o lo que prevemos que va a pasar en el futuro y muuuchos de los pensares son negativos.

Un pensamiento, osea, lo primero que se nos viene a la mente cuando nos quedamos en silencio y observamos lo que por ella pulula, puede ser voluntario o involuntario.

Podemos atraer pensamientos de hechos que nos gustaron, podemos divagar con la comida que habrá hoy en el restaurante al que vamos, podemos llevar un runrún en la mente que nos machaque con un soniquete constante de: “no lo vas a conseguir”, “no va a salir bien”, “no te quiere”, que son pensamientos bastante basura, casi siempre inconscientes y petardos, que nos machacan la moral.

Podemos tener pensamientos organizados, mientras preparamos una charla, un escrito, mientras estudiamos concentrados o mientras leemos un libro o un relato.

Podemos potenciar pensamientos positivos mientras repetimos un mantra para subirnos el ánimo, del estilo: “soy valiosa y puedo lograrlo”, “cada vez que me miro al espejo me quiero más”, “merezco que llegue a mi vida todo lo bueno que ose imaginar”.

La mente no para. Por eso cuando a mi alrededor empezaron a hablar de meditación, de aquietar la mente, de observar el silencio, de la “quietud dinámica”, me empecé a interesar, presté atención y me apunté a variados cursos y seminarios, donde me enseñaran aquello, ya que mi mente andaba siempre de un pensar a otro, de bote en bote, como las abejas, de flor en flor.

Cuando me callo, revivo, renazco, rejuvenezco. El silencio para mí ha sido un gran descubrimiento. Cuando consigo acogerme en su magnitud y me dejo envolver por su mágico manto, me transporto más allá de la calma, más allá del bien, más allá de la vida.

Cuán bien me hace el silencio, cuán bien hace el silencio en nuestras vidas.

Al parecer no podemos dejar de pensar del todo. Neurológicamente nuestro cerebro no se detiene, no deja de funcionar, así que mientras exista actividad química en las neuronas, tendremos pensamientos.

Aunque el cerebro no dispone de un interruptor que nos permita apagar por completo la charla interna, la preocupación o los pensamientos, sí podemos acallar algo el ruido mental y hacer que reduzca la intensidad, logrando pequeñas fracciones de silencio perpetuo, que se interrumpen por el siguiente pensamiento.

Prácticas como la meditación o la relajación profunda consiguen reducir este ajetreo de pensares.

Acciones como dar un paseo por la naturaleza, escuchar música clásica, un poco de ejercicio, nadar en el mar, sentarse en un banco del parque a observar cómo pasa la gente, mirar por la ventana como se mueven las nubes durante un buen rato, realizar algún acto manual que te agrade, del estilo de: coser, pintar, dibujar, modelar, la papiroflexia, hacer punto, macramé, montar un puzle,… pueden acercarte a momentos de menos pensamientos destructivos, más pensamientos constructivos y armónicos, momentos de calma.

Al enredarte en actos que te aportan felicidad, se disuelven por el camino la mitad de las banalidades que querían acercarse a tu cabeza a martillearte con cosas que no iban a ser de utilidad para ti.

Volvamos al día en el que mi profesor, Fernando, nos dijo que escribiéramos en un folio, lo primero que pasaba por nuestra mente.

Nos dio un buen rato para hacer el ejercicio de observarnos. Al menos media hora, porque las clases eran de unos cincuenta minutos y entre la explicación y demás se perdió tiempo. Así que media hora de escritura fluida.

En aquellas épocas, a mí ya me gustaba escribir, aunque ni de lejos iba a imaginarme siendo la autora de variados libros de desarrollo personal.

Me puse frente a mi hoja en blanco y comencé a escribir, una frase detrás de otra, una idea, otra, un pensamiento, otro, dale que dale. Sin parar.

De pronto me vi haciendo la letra pequeñísima, porque se me terminaba el folio. Pedí otro y seguí a lo mío.

Entonces mi compañero de al lado, que había puesto tres o cuatro frases nada más, me dice en bajo: “porfiiii, dime algo para poner, que no se me ocurre nada”. Yo a lo mío, seguía escribiendo lo primero que aparecía por mi mente, dije que pusiera: «no se me ocurre nada que poner», «me siento un poco perdido escribiendo lo primero que se me ocurre».

Al finalizar el tiempo entregué tres folios llenos a tope y porque el profe dijo que los entregáramos ya, me había emocionado de una manera que hubiera seguido con un par de folios más.

Cuando a una le resulta fácil una tarea, el tiempo desaparece, la mente se pone a tu favor y fluye la información sin más.

Varios de mis compañeros no fueron capaces de llevar a cabo lo que Fernando nos encomendó. Entregaron unas cuantas frases sueltas.

Nadie nos había enseñado a escuchar lo que llevamos dentro, este hombre fue uno de los pocos que nos alentó a escucharnos, a observarnos, a ahondar en nuestros sentires. Gracias Fernando.

¿Alguna vez has hecho este ejercicio de escribir lo primero que se te pasa por la mente?

Anímate a hacerlo.

Julia Cameron, en su libro “El camino del artista”, encomia a que hagas esta escritura fluida, a que te dejes sorprender por lo primero que se acerque a tu mente, en el primer momento de la mañana, durante tres meses, en tres páginas, a esta acción la denomina “páginas matutinas”. Lleva años acompañando a actores y artistas de varias ramas, a encontrar su potencial interno a través de este método que se inventó.

Las “páginas matutinas” las he incorporado a mi rutina diaria en variadas ocasiones, a lo largo de los años. Algunos de mis libros han salido de mis épocas de creatividad fluida, con «El camino del artista» y las «páginas matutinas», momentos en los cuales he estado más abierta al flujo de información que rondaba por mi mente y mi corazón.

Te propongo que realices este Ejercicio:

-Consigue varias hojas en blanco, un bolígrafo con abundante tinta, un reloj para mirar la hora.

-Pide que no te molesten durante un buen rato, media hora al menos.

-Siéntate en un sitio tranquilo, cierra los ojos, haz tres inspiraciones profundas, sintiendo que cuando inhalas llenas tu cuerpo de amor y cuando exhalas, dejas ir las preocupaciones y tensiones, que se desintegran al salir.

-Quédate en relax durante cinco minutos y regresa de a poco al presente y abre los ojos suavemente.

-Ponte frente a las hojas, con tu bolígrafo en la mano y escribe lo primero que se te pase por la cabeza. No es algo que tengas que pensar, de veras es lo primero que se te pase.

Aquí dejo un ejemplo con lo primero que se me pasa por la cabeza ahora:

Me voy a poner a explicarles a las personas que lean este artículo lo primero que se me pase por la cabeza, para que puedan hacer el ejercicio, no, para que puedan entenderlo me gusta más. Vaya, el perro ladra, ahora se ha puesto a dar la lata frente a la puerta de Mario, que quiere estar en su habitación encerrado leyendo. Mario lleva ya una temporada bastante adolescente y se cierra la puerta, no sé si quedará mejor que diga “se cierra la puerta” o las personas que lo lean entenderán que queda mejor que “se encierra”…. Bueno, es igual. Vaya, suena el teléfono, son las tantas, las nueve de la noche casi, ¿quién manda un mensaje a esta horas? Y ahora el perro que se pone a hacer ruido con la zapatilla… No sé si a estas alturas habrán entendido la dinámica del ejerciciocio, aissss…. Me he equivocado al escribir ejercicio, bueno, da igual, se trata de ser fluida, así que fluyo, jajajaja…. Yo fluyo, tu fluyes, aissss…. Parezco una niña pequeña con esta conversación de patata… buuuuffff, estoy cansada ya, es tarde, me está llamando la cama, a ver si preparo las cosas del desayuno de mañana y me acuesto, tengo sueño… ya no sé que más poner y aquí sigo rellenando esto con lo primero que pesco por mi mente, con mi mente, no sé, so ni, na ni, estoy cansada y ya digo la primera tontunada que me viene, Gabi me habla,… lo dejo, entrecejo…. Jajajajajajaa… estoy como una cabra… ahí viene Mario a decirme no sé qué… abrazos, retraaaazos…. Chorradas variadas las que ahora se me aparecen por la mente…. Helicóptero, ordenador, barriga….

FIN DEL EJEMPLO QUE HE ESCRITO YO.

-Cuando termine el tiempo, dejas de escribir y lo puedes leer, a ver qué cosas han pasado por tu mente.

-Si te apetece, investiga el libro de Julia Cameron, “El camino del artista”, es espectacular lo que uno puede descubrir a través de la escritura.

Escucha a tu corazón, observa lo que pasa por tu mente.

Abrazos de corazón.

Marijose Malleiro Zorzano (Mirena)

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