No tengo ni idea de lo que va a suceder dentro de un segundo.
No sé si mañana seguiré viva, si me tocará la lotería (aunque si no la compro, lo dudo) o si mi hijo me dirá de pronto que se ha echado novia (aiiisss Universo, que se espere un poco, que aún no tiene los catorce).
No tengo ni idea de cómo va a seguir este artículo, de veras, de verdad de la buena.
Lo único que sé es que quiero ponerme delante del ordenador para crear, para escribir, para soñar, para compartirme contigo y con el mundo, aunque no sé lo que voy a decir.
Hoy te encontrarás con un artículo extraño, distinto.
Estoy perdida. Me siento perdida ante la hoja en blanco, impoluta, inmensa, enorme. No sé ni lo que saldrá de entre mis manos, que marcan solas las letras del teclado de mi ordenador.
Me dejo llevar por esta sensación de pérdida, rara, diferente.
Decido acoger esta incertidumbre y este no saber, arrullarlos en mi regazo.
¿Por qué no?, a ver qué pasa, a ver qué sucede. Abro un espacio a la “nada”, a lo desconocido que se encuentra tras el siguiente segundo de mi vida. Sin cortapisas, sin frenos, sin esperar nada, sin solicitar que ocurra algo.
Aiiiiissssss….. ¡Qué bien me siento!
Libre.
Me ha venido a la mente de pronto la libertad de esas aves que vuelan enganchadas al viento, subidas en las corrientes de aire, ellas abren las alas y planean durante largos espacios de tiempo, libres, libres, sin ni siquiera aletear, solo abren las alas y se entregan.

Inspiro y me relajo.
Me dejo llevar. Me suelto. Libre de cargas.
Inspiro de nuevo. Me observo.
¿A ti te gusta observar lo que sientes?
Esta temporada ha sido extraña.
Me encontré más alicaída que de costumbre. Una y otra vez venían a mi mente pensamientos de cosas pasadas. Una y otra vez insistían en repetirse en mi vida cuestiones que ya creía solucionadas.
Parece que aún quedaban por resolver partes de esos viejos problemas, por eso aparecieron de nuevo, para que los mirara con otra cara, para que los viese desde otra perspectiva, para que indagara otras soluciones.
Hablando con amigas y familiares, resulta que también a ellos les sucedió algo de este estilo, se notaban con molestias físicas, revoltijo mental y emocional.
Yo sigo, me dejo llevar por la corriente, que me trae un libro, regalo de una amiga; que me acerca una canción inspiradora en el momento justo y me llena de emociones alegres; que me sorprende con una noticia esperanzadora; que me saca la sonrisa con un arcoíris tras la cortina de nubes blancas y grises.
Sí, hay ratos tristes, sombríos, chuchurríos y negros. También están los momentos alegres y pletóricos de gozo. Así que fluyo, como el agua del grifo, escribiendo lo primero que se me pasa por la mente.
A veces, las personas me dejan comentarios en las redes sociales, felicitándome por los vídeos o los libros que publico. Agradezco cada momento de cercanía que tiene el mundo hacia mí, me llena de emoción positiva, aunque no quiero que mi ego se engorde, ni me apetece cambiar.
Quiero seguir siendo “normalycorriente”; la amiga de mis amigos; la mamá de Mario; la compañera de Gabriel; la mujer que brilla, goza y ríe; la altamente sensitiva que llora cuando ve amanecer o se pone triste cuando no logra algo soñado; la que se enfada con su hijo cuando se pone súuuuuper pesado; la que cansa de repetir mil veces que por favor los platos en el fregadero; la vecina de enfrente; la que pasea por el bosque a su perrito;…
Nadie sabe lo que sucede tras la trastienda personal de cada uno de nosotros. Nuestras locuras, nuestros miedos, nuestras penas, nuestras rarezas, nuestras incongruencias e incoherencias.
Reconozco que ando en un una época diferente. Pronto cumpliré los 51 y ya no son mis sueños los mismos que cuando tenía 20, 30 o 40. Ni mi cuerpo es aquel de antaño, prieto, suave y libre de arrugas o manchas.
He cambiado de ideas, he cambiado de ropas, he cambiado de sentimientos, hasta he cambiado de olor, pues ahora no me apetece ponerme un perfume cuando salgo a la calle, me encanta ir limpia, con el olor de la ducha fresca de la mañana.
Siempre le tuve miedo al cambio. Y, ¿sabes qué?, está bien cambiar, amoldarse a la corriente que fluye, flotar con lo que va sucediendo, en el ahora, en este bendito momento.
Así que ando en una especie de renacer, en una especie de dejar ir a la que era antes y acoger a la que soy ahora, en una muerte y renacimiento.
Bueno, confío en que no te haya sorprendido demasiado, avisé al principio que el de hoy sería un artículo distinto, no pondré consejos, ni ejercicios de bienestar, ni nada.
Para concluir, solo decirte, que te escuches, que te dejes llevar, que hagas lo que más convenga en cada momento de tu día.
Comparto contigo una de mis acciones favoritas, caminar por el bosque.
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Besos y abrazos de corazón.
Marijose Malleiro Zorzano (Mirena)