Lluvia

"La vida es el fuego que arde y el Sol que da luz. La vida es el viento y la lluvia y el trueno en el cielo. La vida es materia y es la tierra, lo que es y lo que no es". Séneca

El cielo anda hoy parlanchín.

Incesantes repiqueteos en los cristales de la habitación no cesan de anunciar que las nubes andan flojas.

El vaivén del viento choca contra el tejado, que nos protege, a mí y al resto de vecinos de esta comunidad, de toda clase de inclemencias.

Me encanta saberme a salvo, aquí, en mi hogar. A salvo de la lluvia. A salvo del frío. A salvo del calor. A salvo del viento. En la seguridad de estas paredes, fuertes y bien colocadas.

El cielo anda hoy parlanchín.

Murmullos incesantes se agolpan sin tregua, insinuando que no cesará la cascada de emanar, tejado abajo, por los canalones, hacia una calle, que impregnada del líquido elemento, ya no sabe por dónde evacuar semejante maraña de lluvias.

En esta zona, no hay sequía.

Las charcas, charcos, lagos, ríos y mares, andan de fiesta casi siempre. Algún año (muuuy pocos), nos han puesto avisos en las calles, para que seamos cautelosos a la hora de usar el agua, porque la lluvia no había sido la suficiente y, corríamos riesgo de sequía.

Aunque nunca tuvieron que hacer cortes de agua, el miedo ya se había dispersado. A los mandatarios les encanta meter miedo. A una sociedad con miedo, es más fácil venderle medicamentos y todo tipo de artilugios, para «porsiacaso» viene una guerra, una enfermedad mundial, un «ataque de «noséquién», un…

Cuando sucede todo este tipo de cosas, solo has de mirar quién es el que gana. Quién gana vendiendo el armamento, las medicinas, los kilos de alimentos, velas, víveres variados, camping gas, papel higiénico y demás, que se van corriendo a comprar por miedo.

Es muy interesante cribar la información que nos llega. No te creas todo lo que veas, leas, escuches o pienses. Ni siquiera lo que digo yo. Deja que pase por un tamiz.

En la vida suceden infinitud de cosas buenas. No todo es malo. Creo de veras que el ser humano es bueno por naturaleza. Es innecesario que los noticieros cuenten todo el rato las mismas desgracias una y otra vez. Podían también compartir todas las buenas ideas y acciones de bien que acontecen en el devenir diario de la población.

Por eso es tan importante que seamos conscientes de lo que vemos, oímos y dejamos que entre en nuestra vida como «verdad».

Llueve.

Fuera llueve.

Las gotas forman unos charcos enormes en la calle. Cuando Mario era pequeño íbamos a meternos de lleno en los charcos, ataviados con chubasqueros y botas de agua.

Me encantaba saltar y «encharquizarme» de agua hasta las cejas, junto a mi niño.

Jajajajajaja.

Mi parte infantil resurgía en esos momentos.

Qué recuerdos tan lindos. Mario con sus botas de algún muñeco de moda en aquella época, su chubasquero de dibujitos y su paraguas de color rojo, con manchas negras y orejitas, porque era un paraguas de este insecto tan lindo, la mariquita.

Por cierto, en gallego, a este insecto, se le llama «xoaniña» o «maruxiña».

¿Sabías que hay muchísimas maneras de denominar las diferentes formas de lluvia? Cada zona tiene su nomenclatura, hay tantos términos, que se podrían escribir varios libros sobre el tema.

Evidentemente, en las zonas donde más llueve, es en las que juegan con más términos a la hora de expresar que “cae agua del cielo en forma de gotas”.

-Lluvia: fenómeno meteorológico que consiste en que cae agua de las nubes en forma de gotas.

-Chubasco: precipitación moderada o intensa, que puede ser persistente en el tiempo o durar unos minutos. Es un término que se usa bastante para referirse a la lluvia.

-Aguacero: precipitación intensa. Cuando se usa este término, normalmente, es para decir que llueve mucho.

-Sirimiri, Orballo, Calabobos, Llovizna: lluvia muy menuda, insistente, que parece que no, pero moja bastante si no te proteges (por eso lo de “calabobos”).

-Tromba de agua: llover a todo lo que dan las nubes, mojando, inundando y encharcando todo a su paso.

-Monzón: lluvia torrencial muy intensa y de larga duración, que se da en algunas zonas tropicales.

-Aguanieve: es una precipitación que está entre la lluvia y la nieve. Los copos no han terminado de cuajar y quedan con una consistencia semisólida.

-Granizo: las gotas de lluvia se congelan y se precipitan en forma de bolitas.

Aquí en Galicia hay términos preciosos para nombrar la lluvia en sus distintas formas, como por ejemplo: Orballo, froallo, chuvia, babuña, treboada, patiñeira, choiva, sarabiada, chaparrada, chuvieira, trebón, nevarada,…

Y cuando escampa y para de llover se puede decir: amizar o estrelampar, por ejemplo.

Siempre mi imaginación ha volado más allá que la velocidad de la luz.

Desde pequeña tenía diferentes teorías sobre la lluvia:

1- Cuando era pequeña me gustaba imaginarme que cada vez que llovía era porque la Tierra andaba emocionada, por eso, cada una de sus milagrosas gotas, eran lágrimas. Esas lágrimas, al igual que en nosotros, los humanos, podían ser de alegría o de tristeza.

Llueve.

Llueve.

Llueve y no aparenta que vaya a escampar pronto.

Aunque, como decía mi abuela Crisanta, «no hay mal que cien años dure», así que seguramente, cuando menos me lo espere, el cielo de nuevo tornará a un color azulado claro, precioso.

Cuando menos lo imagine, cuando la Tierra esté cansada de escuchar mis quejas sobre la humedad y el agua que aparece por todas partes, «las emociones» del cielo andarán sanadas, y podré de nuevo acercarme al campo a gozar de un día despejado.

El cielo anda hoy parlanchín.

Tiene ganas de contarme historias. No termino de comprender sus mensajes.

2- Otra de las grandes hazañas de mi mente, cuando era niña, era pensar que la lluvia, con cada una de sus perlas, me enviaba mensajes.

Bueno, no a mí, a todos. La imaginaba creando una conversación con nosotros, las personitas que morábamos bajo su manto húmedo.

Se ponía a contarnos sus travesuras con las nubes, los juegos con los pajarillos que se enredaban entre sus algodones, los sustos que le pegaba a los aviones y a los pilotos, lo divertido que era formar parte de nuestro camino.

Imaginaba lo feliz que era viendo crecer los afluentes, los ríos, los lagos, los mares, las charcas, las fuentes, los manantiales, los cenotes. Todo ello preñado de vida, gracias a ella, la lluvia, que en su constante flujo de líquido material, proporcionaba el lugar perfecto para que habitaran toda clase de plantas y animales.

3- Qué divertido me resultaba creer que llovía porque el cielo era muy juguetón. La luna, las estrellas, el sol, las nubes, eran como una gran familia, a la que le encantaba jugar. Ellos, no disponían de juegos de mesa, como nosotros aquí abajo, así que se dedicaban a jugar de una manera diferente.

El sol a veces se ponía más intenso, otras veces se generaban en él tormentas solares, otras veces se le veía más rojo.

La luna se vestía con sus trajes diferentes: llena, nueva, menguante y creciente.

Las auroras boreales teñían de coloridas formas el cielo.

La lluvia jugaba con todos ellos, transformándose, como mejor le apetecía, siendo débil, fuerte, intensa, corta, duradera.

Llueve.

«Las nubes vienen flotando hacia mi vida, no para traer la lluvia o acompañar la tormenta, sino para agregar color a mi puesta de Sol». Rabindranath Tagore

Yo vivo en Galicia, una zona en la que llueve bastante. Aquí, en verano, se hacen los planes a última hora, y ya estamos acostumbrados a cambiar lo que íbamos a realizar al aire libre, por algo bajo techo.

Me da la impresión que los que alquilan las carpas, no dan abasto en épocas festivas, porque, que sea verano, no implica que no vaya a llover. Así, que por si acaso, se alquila uno la carpa para esa fiesta que vas a dar en el jardín de casa, o la fiesta que van a organizar los del pueblo en la plaza.

Si hace sol, pues oye, una sombra bien maja. Si llueve, se puede celebrar la fiesta igualmente, bien protegiditos debajo.

El caso es poder hacer fiesta. Llueva o no llueva.

A la hora de vestir, aquí se usa el tan consabido “estilo cebolla”. Tú te pones una capa y otra y otra y la de encima también. Si sube la temperatura, vas quitando prendas de esta capa “cebollil”. Así, siempre aciertas.

Cuando voy a casa de mi madre, allí en Extremadura. Llevo impregnada en mis entrañas esta costumbre de llevarme una chaquetita o una pañoleta, para “porsiacaso”. Pocas veces la he tenido que usar. Pero la costumbre es la costumbre, y tampoco es tan fácil quitarse la angustia de ¿lloverá?, ¿hará frío?… Así que yo, por si acaso, ¡chaqueta al saco!

Jajajajaja

Qué bueno es reírse de una misma.

Aquí te dejo esta meditación, por si te apetece gozar de un corazón saludable, después de tanta lluvia.

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Abrazos de corazón.

María José Malleiro Zorzano

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