La autoestima

"Aprende a ponerte en contacto con el silencio dentro de ti y ten en cuenta que todo en la vida tiene un propósito. No hay errores, no hay coincidencias, todos los sucesos son bendiciones que se nos han dado para aprender". Elisabeth Kübler-Ross

Hoy me apetece hablar sobre la autoestima.

Hay toda clase de definiciones sobre ella.

Podría decir, por ejemplo, que es la capacidad de aceptarnos tal cual somos y de querernos con todas nuestras características humanas.

O que es la valoración que hacemos de nosotros mismos, que da forma a nuestra capacidad para enfrentar los desafíos de la vida diaria y determina cómo nos percibimos a nosotros y a los sucesos que envuelven el camino que transitamos diariamente.

La autoestima se desarrolla entre la infancia y la adolescencia. En esta época comenzamos a observar nuestro “yo real” y nos comparamos con el “yo idealizado” que quisiéramos ser y con el resto de personas del entorno.

Tan feo es tenerla muy engrosada, como muy bajoneada. Lo interesante es revisar lo que sentimos y cómo nos vemos en relación a lo que nos rodea.

El mundo se mostrará ante nosotros en función de cómo se encuentre nuestra autoestima.

Si es muy débil, puedes vivir rodeado de lujos y sentir que eres un ser pobre y necesitado de todo. No serás capaz de apreciar a la familia amorosa que te acompaña y siempre le encontrarás peros a todo y aparecerán problemas donde realmente no los hay. No entenderás la fortuna de disponer de salud, de un hogar pagado y lindo, de esas vacaciones a las que vas siempre rechistando o con pocas ganas. Cualquier cosa tendrá un “pero”.

Si está exagerada, creerás que eres lo más importante del mundo y que solo tú sabes hacerlo bien, que todo cuanto haces merece de premios y que tus hijos son los más guapos del mundo y los más listos y que tu casa es la mejor de las mejores y tú lo más de lo más en todos los aspectos. Luego, va la vida y se encarga de poner en su lugar las cosas y resulta que tus hijos suspenden o te divorcias o tu casa es una ruina o en tu trabajo te despiden porque lo haces mal. Ahí es cuando este tipo de personas se dan el batacazo emocional, porque realmente ellas creen de veras que todo en su vida es lo mejor, de una manera distorsionada, claro.

Cuando la autoestima está en su punto óptimo, entiendes que, a pesar de los retos que cada día pone la vida, lo haces lo mejor que puedes. Cuando te mires al espejo, comprenderás que, aunque no te vayan a contratar para hacer pases de moda en las pasarelas de Milán, te gusta la imagen que devuelve el espejo, que te sienta bien el yoga o la gimnasia o los retiros zen a los que te vas un par de veces al año.

La vida tiene diferentes caras. Si tu estima está equilibrada a veces andarás con la cara triste, otras con la cara alegre y puede que en alguna ocasión te des cuenta del enfado que atasca tu corazón. Lo bueno de percibir que tu estima está en su punto justo, es que permitas que los sentimientos se sucedan, sin juzgarte, sintiendo benevolencia hacia ti, perdonando tus errores, sin entrar en la culpa. A cualquier suceso puedes encontrarle su punto de aprendizaje.

A veces la baja autoestima va asociada a momentos de pérdida y cuando mejora la situación, la autoestima se restablece.

En otras ocasiones la autoestima empobrecida acompaña al sujeto que la padece durante toda su vida y ha de ir sorteando los “achaques” cuando van llegando.

Las personas con baja estima suelen valorarse negativamente, no son capaces de encontrar nada bueno en su entorno, suelen tener pensamientos limitantes y creencias continuas de que no van a conseguir lo que se proponen.

Factores que pueden indicarte que tu estima está baja:

-Sientes que no vales para nada o que no sabes hacer nada bien.

-Te cuesta encontrar algo positivo que haya en tu vida.

-Te miras al espejo y te ves siempre mal o no eres capaz de mirarte al espejo.

-Te comparas constantemente con lo que hacen los demás o con la forma de ser de los otros.

-Crees que tu cuerpo está mal, sientes necesidad de cambiarlo, operarlo o esconderlo, porque te parece feo o consideras que no está bien.

-No te ves capaz de realizar las tareas de casa y postergas todo para mañana.

-Te da miedo quedarte en soledad contigo, porque no te gusta nada lo que pasa por tu mente, así que procuras siempre estar con gente, que distraiga ese runrún que transita por tu cabeza diciéndote que no eres suficiente o que no vales.

-Vas con la ropa de cualquier manera, sucia o rota, porque crees que no mereces la mirada de nadie.

-Vas siempre como un pincel, porque no puedes soportar que los demás vean algo feo en ti.

Factores que bajan la estima:

-Tener alguna enfermedad crónica, dolorosa o incapcitante.

-Suspender un examen importante.

-La ruptura con una pareja.

-La muerte de un familiar, amigo o mascota muy querida.

-La pérdida de un trabajo, la falta de dinero.

-Haberse enfadado con un familiar o amigo.

-Cambiarse de trabajo, de lugar de residencia o de colegio.

-Haber sido objeto de abusos de cualquier índole: físicos, emocionales o incluso sexuales.

-Tener que tratar a diario con personas mayores, personas enfermas o con adolescentes.

-Haber sufrido cualquier tipo de discriminación: acoso, abandono familiar, bullying.

-Sentir que no se encaja en la sociedad por tener ideas diferentes al resto.

La falta de autoestima puede llevar a la ansiedad, la depresión y otros problemas emocionales. Por eso, es importante encontrar formas de fortalecerla para sentirnos mejor.

Cómo aumentar la autoestima:

-Aprende a decir NO. Di no a aquello que ya no quieres en tu vida, aprende a poner límites.

-Ponte metas realistas. Da pasitos de bebé, no quieras llegar al Everest de un día para otro, ve acomodando poco a poco las tareas para llegar a la cima, cada día un paso.

-Descansa. Permite que tu cuerpo recobre la energía tan necesaria para poder seguir. Duerme siete u ocho horas diarias. Respeta tu sueño.

-Presta atención a lo que sientes. Escucha tus emociones. Lleva una libreta de sentimientos, anota cada noche (o cada mañana), lo que sientes, en el momento de sentarte a escribirlo.

-Mantén contacto con la naturaleza, sal a pasear al parque, al bosque, a la playa, a donde haya luz y naturaleza. Sal cada día a pasear, aunque no tengas cerca naturaleza cerca de ti, sal a la calle, a que te de la brisa en la cara, el sol en la piel, el sol es muy necesario para vivir.

-Ríete todo lo que puedas, escucha monólogos de risa, lee libros de risa, júntate con personas alegres y divertidas.

-Evita ver películas o series de tristeza, violencia o miedo, harán que sientas más apatía y menos ganas de vivir.

-Aléjate (dentro de tus posibilidades) de personas que sean cenizas, quejumbrosas, negativas en su manera de pensar y actuar. Bajan tu estado de ánimo.

-Organiza tu vida, elimina lo que ya no quieres: ropa que ya no te pones porque no te sirve, está rota o te parece fea; contactos de teléfono de gente que con la que ya no te relacionas; objetos rotos o estropeados; subscripciones a sitios que no usas; personas que se portan mal contigo (deja de quedar con ellas); dona libros que ya leíste y no quieres volver a leer;…

-Activa tu lado creativo, pinta, cose, dibuja, escribe, modela en plastilina, cuida una jardín o una planta, haz manualidades, expande tu creatividad.

-Haz ejercicio. Un poco cada día. Sal a pasear a ritmo fuertecito, haz estiramientos, gimnasia, natación o lo que a ti te vaya bien. Un poco cada día de movimiento.

-Escucha música alegre, baila, toca algún instrumento si sabes, diviértete con el sonido.

-Ten fe. Confía en que algo te sostiene y te protege. Explora tu lado más espiritual.

-Haz Yoga. El Yoga es una forma de ejercicio físico que se enfoca en cuerpo, mente y espíritu. A través de la práctica de posturas y la respiración, fortalece el cuerpo y mejora la flexibilidad. Calma la mente, trayendo paz interior y seguridad.

-Medita. La Meditación abre un camino hacia la tranquilidad, calma la mente, libera de las preocupaciones y del estrés diario. Con ella puedes cultivar la atención plena, la compasión y la conexión con tu ser interior.

-Agradece. Agradece todo lo bueno que ya hay en tu vida. Cada mañana y cada noche, invierte medio minuto en agradecer.

-Sé buena persona. Compártete desde tu mejor versión, hazlo siempre de la mejor manera que puedas.

-Perdona tus errores. Sé benevolente contigo, a veces tendrás días de rabia, de dolor, de pena, de frustración. Acoge cada uno de esos días, perdona lo que sientes.

-Dile a las personas que las quieres. Di a tus familiares y amigos que les quieres. Expresa tus sentimientos.

-Reconcíliate con la muerte. Entiende que la vida es un camino hacia la muerte y que cada paso que no das, cada beso o palabra que no expresas, se pierde en el tiempo y no volverá. La muerte te enseña que la vida es aquí y ahora, en el presente, vívela.

-Encuentra lo que le da sentido a tu vida. Apúntate a un voluntariado, conviértete en una persona solidaria con tu vecindario, apúntate a un curso de algo que siempre quisiste aprender,…

Esto que acabo de enumerar es solo una pequeña lista de cosas que puedes realizar para ir superando esa baja estima.

Si no eres capaz de hacerlo en solitario, es importante acudir a un buen terapeuta que te acompañe en esta sanación de la autoestima. Existen numerosas terapias para tu mejora personal, investiga cuál es la que más se adapta a ti.

Quererse a uno mismo es un acto de bondad hacia ti y hacia el entorno que te rodea, es un camino que lleva toda la vida y no hay remedios mágicos.

Aquí te dejo una charla que mantuve con la psicóloga clínica Ana Alarcón sobre la Autoestima, si quieres puedes dejar algún comentario o suscribirte a mi canal.

Puedes entrar en mi canal aquí:  Con las Manos de Mirena

Abrazos de corazón.

María José Malleiro Zorzano (Mirena)

Compartir en tus redes:

Artículos relacionados

Dar vida

No rompas el silencio perpetuo, permanece callado, envuélvete en la calma, observa los acontecimientos en la escucha sagrada. Descubre el ahora, el momento bendito que acaricia tu latido y da vida a cada instante imaginado. Vive este segundo como si fuera el único.

leer más ›

La educación

La educación es algo sutil que se va colando entre las entretelas de tu vida, como un aroma dulce a almendras tostadas y que envuelve tu camino, poco a poco, sin que ni siquiera te des cuenta.

leer más ›