La amistad

"La amistad, el afecto y la confianza eran las cosas que, antes de que las personas firmaran contratos, mucho antes de que escribieran las leyes, mantenían unidas las sociedades humanas". Robert Wright

Unas vienen, se quedan para siempre, acompañan tus veranos, otoños, primaveras e inviernos.

Otras van, se mueven como el viento de verano, que refresca, nutre y luego vuelve a dejar paso al calor, y de ellas solo queda el recuerdo.

Unas son suaves, cual algodón o terciopelo de la más exquisita calidad y tacto. Es cómodo y fácil el tacto, queda siempre un buen recuerdo de cada encuentro.

Otras más ásperas, se asemejan a la lija del siete, con la que el carpintero pule la obra a la que dio vida, con sus manos, y anda recién rematada.

Unas largas en el tiempo, como los paquetes de pipas “extragigantes”, que llenan tu alma de gozo, con el picoteo y el repiqueteo incesante de sabor salado que inunda tu boca.

Otras exiguas, mínimas, perecederas como las hojas del roble, que cada otoño preñan de vida y nutrientes el suelo del bosque.

Algunas vienen dadas, son más ligeras y sutiles. Naciste con ellas. Vienen de largo. Ya formaban parte de tus padres o abuelos. Andan ahí de siempre.

Unas son lejanas en el espacio o el tiempo, como cuando piensas en las vacaciones de verano, recién comenzado diciembre.

Otras son cercanas, las puedes tocar con un simple estirar de tus manos. Están a tu lado al golpe de un mensaje de móvil o de una llamada de teléfono.

Algunas nacen de la unión de ideales y pensamientos. De una idea política, de una creencia religiosa, por seguir a un cantante o actor, por gustarte un equipo deportivo.

Son atemporales y nunca sabes cuando va a suceder. Puede que surjan en la más tierna infancia, en la adolescencia, en la adultez o cuando tienes 80 años.

No hay lugar específico para ellas. Aparecen en el colegio, en una fiesta de cumpleaños, en un curso de cualquier clase, en una reunión de padres, en una asamblea de estudiantes, en el rato de descanso que te dan en el trabajo, en la cola que haces para comprar las entradas de una obra de teatro, en el aparcamiento del súper. Cualquier lugar es bueno, para conocer a alguien que luego atesores dentro de tu mochila de amistades.

No entienden de idiomas, de kilómetros, de razas, de creencias religiosas, de si eres hombre, mujer, niño, niña, «elle» o «ello».

Aparecen donde menos se las espera y en ocasiones, cuando las esperas, no aparecen.

Cada cultura las vive a su manera y modo.

Hay infinidad de amistades.

Según la definición de La RAE, la “amistad” podría definirse, entre otras cosas, como:
Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato”.

Según Significados.com: «La amistad es una relación afectiva entre dos o más individuos que se sustenta en valores fundamentales como el amor, la lealtad, la solidaridad, la incondicionalidad, la sinceridad y el compromiso».

Según la Wikipedia: «La amistad (del latín amicĭtas, por amicitĭa, de amicus, amigo​) es una relación afectiva entre dos o más personas. Se trata de una de las relaciones interpersonales más comunes que la mayoría de las personas tienen en la vida. La amistad tiene presencia en distintas etapas de la vida y en diferentes grados de importancia y trascendencia».

Según Psicologiamentesalud.com: «La amistad es considerada uno de los vínculos emocionales fundamentales en la psicología humana, ya que nos permite establecer relaciones que satisfacen nuestras necesidades de afecto, compañía y apoyo social».

Según Lamenteesmaravillosa.com: «La amistad es una bonita palabra y mejor sentimiento. Es ese lazo invisible que nos une a otros. Un vínculo de afecto que nace con personas que se cruzan en nuestro camino y, de manera casi mágica, se convierten en seres imprescindibles en nuestra vida. Es una relación entre iguales que nos otorga la satisfacción de compartir experiencias, sentirnos seguros y confiar en alguien sin fisuras».

Según Culturamas.es: «A un nivel, las amistades son muy simples. Son lazos entre personas que disfrutan de la compañía del otro. Pero si vamos un poco más hondo, no existe consenso sobre su significado. Procuramos a nuestros amigos por simple y profunda afinidad de espíritu, sin importar qué características tengan distintas a las nuestras; “todas las diferencias pueden confluir en la amistad y la literatura”, diría Francisco Hinojosa. Los amigos dilatan nuestro territorio mental y lo hacen con ese desprendimiento exclusivo de la familiaridad».

Según Psicologia-online.com: «La amistad es uno de los soportes más importantes que podemos tener en nuestra vida, los amigos son la familia que escogemos y nuestros compañeros de vida. Pero por encima de todo, la amistad es la máxima representación de amor, puesto que la familia se hereda y las relaciones de pareja exigen exclusividad y mientras en todas las otras representaciones de amor, la amistad es incluida en ellas, en la amistad no es necesario ninguna otra forma de amor».

“En la amistad aprendemos a mirar con los ojos de la otra persona, a escuchar con sus oídos y a sentir con su corazón”. Alfred Alder

La amistad tiene diferentes y variados nombres:

Aitxiber, Cris, Rosa, María, Tania, Ague, Patri, Isabel, Susana, Martha, Bego, Mayte, Ana,…

Pepe, Mario, Marcos, Xavi, Luis, Juan, Fernando, Jesús, Jorge,…

La lista puede ser todo lo larga que tú quieras. Se va engrosando a medida que vas tratando, entablando relación y conociendo seres.

Es asombrosa, increíble, en ocasiones errática y confusa, por momentos maravillosa, algunos días impecable y por semanas puede ser caótica, divertida o viajera.

Nunca ninguna igual a otra. Nada puede sustituir una que ya se fue. Siempre la que parte dejará una huella, un poso en el corazón del que se queda y del que se despide, sea cual sea la causa.

A mí me gusta juntarme a charlar, jugar a algún juego de mesa, pasear, ir de vacaciones, ir a un balneario,… con otros seres humanos, a los que considero mis amigos y amigas.

Soy de pocas amistades y han variado a lo largo de mi proceso de vida.

Vienen a mi mente Patricia o Marisol. Las dos fallecieron después de mucha lucha con la enfermedad. Me gusta pensar que se han convertido en amor infinito y que la esencia que ha quedado de ellas, es felicidad plena.

Creo en la amistad.

En esa compañía en los días grises y en los días claros. En las risas espontáneas que surgen a la par. Creo en esas intuiciones conjuntas. Creo en la alegría que me da saber que a ese ser que llamo amiga/o, le ha salido por fin algo bien y de veras me alegro de corazón por ello.

También es muy importante tenerte en cuenta a ti, sí a ti que me lees.

Considero que primero, antes de ir dando amistad, cariño, cuidados, consejos, risas, tiempo y espacio a otros seres humanos, hemos de querernos a nos. Respetarnos. Recuperarnos. Ser benevolentes con nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestra mente.

Ser tu mejor compañía, sin criticarte, sin juzgarte, sin menospreciarte, sin mentirte, sin maltratarte, sin dejar que pensamientos cansinos y repetitivos te boicoteen, es importante.

Ser capaz de descubrir tus dones y talentos, dejando que tu brillo se expanda a tu alrededor, abriéndote a lo bueno que va llegando a cada instante, es necesario.

Creo en la amistad.

Aunque comprendo que no todo el mundo quiere interactuar en persona con los demás. Otros prefieren lo virtual, internet, no tocar, no oler, solo teclear en una pantalla o charlar por videollamadas o cualquier manera de las que ahora nos ofrecen las múltiples invenciones de la tecnología.

Cada cual que haga lo que mejor le convenga.

En un artículo publicado en https://lamenteesmaravillosa.com/se-puede-vivir-sin-amigos/ se habla de que se puede vivir sin amistades:

«En un trabajo de investigación realizado en la Universidad de Arizona por las doctoras Melika Demir e Ingrid Davidson se descubrió que las amistades son una variable para experimentar felicidad; sin embargo, no es este factor el más importante de media para las personas. Lo más decisivo es la satisfacción de las necesidades básicas. Sentirnos independientes, tener cubiertos aspectos básicos como la alimentación, el trabajo, la vivienda o incluso el tener pareja es más deseable. Los amigos vienen y van, rara vez duran y aunque esto pueda generar desafección, hay quien se acostumbra a ello».

Te propongo un ejercicio:

1-Consigue una libreta o unas hojas donde anotar.

2-En la primera hoja vas a anotar todas las amistades que vengan a tu mente, todas las que hayas tenido y aparezcan por tu memoria en el momento de realizar este ejercicio. Anota desde que recuerdes, desde la niñez hasta el momento actual. Indaga en tu mente en los recuerdos de campamentos, vacaciones, en los juegos de tu calle, en compis de colegio, instituto, universidad, cursos, trabajos,… Invierte el tiempo que precises.

Nota: deja un espacio en blanco al final, por si a lo largo del día, apareciesen nuevas amistades, así las puedes incluir también.

3-En la siguientes hojas vas a ponerte a describir lo que recuerdas de cada una de esas personas que has anotado en la lista.

a) Escribes el nombre de la persona y, debajo, anotas todas las experiencias que hayas tenido a su lado, las sensaciones, recuerdos, ideas, viajes, comidas, juegos, aficiones, que hayas compartido a su lado.

b) Debajo de lo que recuerdas, anota lo que más te gustó de esa amistad y lo que menos, si lo hubo.

c) También puedes poner las emociones que te haga sentir este recuerdo.

d) Después anota lo que le dirías a esa persona si la tuvieras ahora mismo aquí delante. Investiga si quedó algún tema pendiente de concluir, algo que no se terminó de aclarar o hablar, etc. y aprovecha este momento para escribir lo que te hubiera gustado decirle.

e) Termina el ejercicio dando las gracias a ese ser por los momentos vividos a su lado. Quizá esa amistad siga hoy en día, puedes mandarle un mensaje o decirle en persona, la felicidad que tienes por compartir amistad y la gratitud que sientes por ello.

4- Al concluir de anotar todo, lee lo que has escrito.

5- Cierra los ojos unos instantes, por las manos en tu corazón y agradece por haber prestado atención a esta parte de ti.

6- Quédate con la buena sensación y recuerda que mereces las mejores amistades.

Aquí te dejo esta meditación por si crees hay algún conflicto con una amiga, para que halles el perdón en tu corazón.

Si te apetece puedes dejar algún comentario en el vídeo o suscribirte al canal. Si quieres entrar en mi canal puedes pinchar aquí:  Con las Manos de Mirena

Además dejo esta meditación, para que encuentres un ratito de relax.

Abrazos de corazón.

María José Malleiro Zorzano (Mirena)

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