Me he puesto ante el ordenador, sin saber ni cómo ni cuándo ni porqué, he llegado hasta aquí, ante ti.
Sentada en mi silla de color negro, con un pequeño ventilador en mi lado derecho. A pesar de que hoy comenzó a llover aquí, aún sigue el calor instalado en las casas.
Hoy, he decido dar vida a un nuevo artículo.
Si quiero publicar algo, he de escribirlo, así que he subido al piso de arriba, donde tengo el ordenador y aquí me tienes.
A mí no me va lo del «chat gepeté» ese que tanto usa la gente para escribirse los artículos, por muy moderno que sea. Ni tampoco pago a nadie para que escriba lo que luego yo firmo con mi nombre. Entonces, sumando dos más dos… me toca escribir.
Tecleo, sin tema concreto, sin nada en la mente de lo que ir tirando para crear una historia o compartir un ejercicio con los seres maravillosos que se acercan a leerme.
Voy dejando que mi mano apriete los botones del ordenador, uno tras otro, sinuosamente, con ese placer que da dejar ir lo que pasa por mis entrañas, con ese gozo que se posa en cada rincón del corazón de mi cuerpo. Me sumerjo en la ola creativa, ella mece mis ideas y me inspira.
Hablando de teclear, viene a mí, el recuerdo de cuando aprendí a escribir a máquina, hace mucho, mucho tiempo. Era yo una mozuela de unos doce o trece años cuando cerca de la casa de mis padres, abrieron una academia de informática, con lo más básico.
Qué tiempos aquellos, en los que tenías que fortalecer los músculos de tus dedos, con lo duras que eran las teclas o los tenías fuertes o se desmaterializaban de tanto apretar… Ais que bonito. La máquina con las pegatinas de colores, para ir ejercitando la musculatura, los ejercicios repetitivos, la emoción de las primeras veces que escribías sin mirar y los vecinos que tendrían ganas de tirarse de los pelos con el teclear constante cada día, después del cole.
Agradezco de veras que mis padres insistieran en apuntarme a aquellas clases, les he sacado partido con creces. He escrito miles y miles, diría que millones y millones de palabras desde entonces. A máquina, a ordenador y también a mano, que me encanta escribir a mano.
Me vuelvo a centrar en este momento, dejo de divagar en el pasado lejano.
Además de escribir, me encanta dibujar. En mi mesa de trabajo, dispongo de una zona donde guardo los dibujos que aún andan por escanear y los que ya han pasado por ese proceso del escaneado y posterior almacenaje en un archivo del ordenador.
En este archivador, tengo una carpeta, en la que pongo, escrito a mano, cada pensamiento, idea, imaginación, intuición, consejo o frase que he escuchado, visto, sentido o leído y me ha gustado. Todo es susceptible de ser usado luego, así que si me hace brillar el corazón o el alma, ¡a la carpeta!
La carpeta amarilla anda un poco «descuajeringada» del uso continuado. Los años van dejando mella en sus partes, al igual que la vida marca, en algunos lugares del cuerpo de los humanos, la trayectoria que llevamos recorrida aquí en este hermoso planeta.
Me gusta ponerle nombre a las frases, para ubicar de quién es cada una. Lo que es mío no lleva nombre y lo que es de otros, va con su nombre, es justo y de recibo que los protagonistas sean reconocidos.
He decidido dar vida a lo que andaba ahí apagado y escondido, también tienen derecho a ver la luz esas historias, frases e intuiciones, puede que a alguien le resulten útiles.
Cuando me entra la inspiración anoto en donde sea. A continuación expongo las ideas recogidas en papeles de distintas texturas, trocitos de cartulina, pedazos de hojas de viejas libretas o possits de colores. Se trata de aprovechar lo que sirva para este antiguo arte llamado escribir.
Lo dicho, sin más dilaciones, voy a comenzar a dar luz a lo que se esconde en la carpeta amarilla y a comentarlo, para que entre tú y yo, descubramos estas pequeñas perlas.
1- No rompas el silencio perpetuo, permanece callado, envuélvete en la calma, observa los acontecimientos en la escucha sagrada. Descubre el ahora, el momento bendito que acaricia tu latido y da vida a cada instante imaginado. Vive este segundo como si fuera el único.
En el silencio he encontrado más respuestas que en todos los libros y vídeos que fui devorando con ganas para hallar solución e información sobre múltiples temáticas.
La meditación y la quietud consciente, son dos herramientas que a mí me han servido mucho, para centrarme, para volver al presente. Eres libre de explorar esas vías si así lo consideras oportuno.
2- «Cuando conectamos, en estados de relajación, con nuestro interior, con el subconsciente, este nos ayuda a explorar y sacar esas habilidades que todos poseemos». David Topí
En nuestro interior podemos hallar respuestas inesperadas. No tienen que ser grandilocuentes ni espectaculares, aunque sí pueden llegar a ser muy esclarecedoras y llenarnos de luz y calma.
Se trata de ir hacia dentro, en la escucha profunda, observando lo que hemos desoído y descuidado, nuestra espiritualidad sagrada.
Desde el estado de relajación de meditación profunda, se puede acceder al subconsciente, donde se almacenan cantidades de información que nos es muy útil para la vida diaria. Escuchar esta parte nuestra, desde ahí, es interesante.
Con David, un hombre sencillo y de trato fácil, hice un curso de Registros Akashicos que me hizo comprender muchas de las visiones y sensaciones que transitaban en mi interior. Aprendí de mí, de otras razas, de otros mundos, de la energía. Todo un camino.
3- En ocasiones regresamos a algún dolor, que pensábamos que andaba en el pasado, y nos enredamos a cavilar un desenlace satisfactorio durante días. Otras veces los acontecimientos nos acercan a nuevas rutas, sin buscarlas, que son mejores que las que queríamos y traen solo ventajas. «Los caminos siempre llevan a Roma», decía mi abuela Crisanta cuando quería explicarme que se puede llegar a un lugar de muchas maneras. Infinitas posibilidades para una misma solución.
Podemos encontrar el camino para llegar a la meta de muchas maneras diferentes. Todos nos llevarán al sitio, aunque no todas las rutas serán las adecuadas para la consecución del objetivo.
Nunca sabes en dónde puede estar la solución, en qué puerta se hallará la respuesta.
Desconoces quién o qué será lo que traiga la llave que abre esa puerta y muchas veces la llave eres tú.
Incluso en ocasiones descubres puertas que ni siquiera sabías que existían, porque te perdiste por el camino, intentando llegar a otro sitio.
Lo importante es que goces de los pasos que das mientras encuentras la solución que buscas.
4-«Si tú pones el foco en lo malo que hacen los otros, entras en ira, rabia y desolación, bajando tu vibración. No puedes solucionar todos los problemas o asuntos del mundo. Con centrarte en organizar lo que sucede en tu casa tienes bastante. Suelta lo que no es tuyo. Pon el foco en construir sabiendo que los «malos» harán de lo suyo, a pesar de ti. En esos momentos siente que aumentas tu luz aquí, ahora y mentalmente imagina que se llena de luz eso que tú consideras feo, para que se disuelva». Elsa Farrús
Elsa nos viene a decir aquí algo muy simple, que nos centremos en lo que realmente importa, en lo que nos rodea, en lo que nos incumbe de veras.
No podemos solucionar los conflictos bélicos que hay en tantas partes del mundo en este momento. No podemos arreglar el matrimonio de los demás, ni las discusiones que las otras personas tengan con sus jefes.
Lo que sí podemos hacer es cuidar nuestra vida. Si cada ser humano maravilloso se encargara de mantener su vida en orden, con armonía y amor, sería todo distinto.
Elsa nos insta a soltar los asuntos que no son nuestros y a responsabilizarnos de lo que nos toca, compartiéndonos con el mundo desde el amor, el respeto y sabiendo poner límites.
5-«Puedes besar y despedirte de tu familia y amigos, poniendo kilómetros de por medio entre vosotros, pero ellos siguen siempre contigo en tu corazón, tus pensamientos y tus vísceras. Tú no solo vives en un mundo sino que un mundo vive en ti». Frederick Buechner
Siempre llevamos a nuestros ancestros dentro, en nuestra esencia, en nuestra sangre, en nuestras huellas, en nuestro pensar.
No importan las distancias, yo soy el recuerdo de mis tatarabuelos, bisabuelos, abuelos y padres.
Soy el eco de cada uno de mis ancestros. De ellos vengo. Ellos viven en mí, al igual que yo vivo en una parte de mi hijo y si tiene hijos, viviré en una parte de mis nietos. Hasta el infinito de los días o hasta que la vida decida que ya no haya más vida.
6-«Nada hay más grande para las almas humanas que sentir que están unidas de por vida, juntas en recuerdos silenciosos». George Eliot
Con cada ser que nos cruzamos por la calle generamos un recuerdo. Aunque solo sea al decirnos adiós, se ha generado el recuerdo.
Cada interacción crea una unión, con un hilo invisible. Si fuésemos capaces de visualizar estas relaciones, esa madeja sería inmensa, como un ovillo de lana de kilómetros de diámetro.
Somos más mágicos de lo que reconocemos, somos más especiales de lo que creemos.
7-No estamos tan separados ni somos tan diferentes, nos mueve a todos el mismo amor, que cada uno expresa a su manera. Baja el cielo a La Tierra, de allí ya vienes. Eres polvo de estrellas. Recuerda quién eres.
A final de cuentas, somos iguales. Precisamos de amor, de comida, de buenas relaciones, de apoyo y cariño, de paciencia y de pasión por la vida.
Cuando era jovencita, a las personas con un altísimo nivel económico o con grandes puestos en empresas importantes, las veía como inalcanzables, como algo superior a mí. Creía que nunca podría conocer a nadie de esas características o que nunca me relacionaría con alguien así.
Ahora, ya de grande, a base de juntarme con toda clase de seres, con todo tipo de humanos, veo al mundo igual. Me doy cuenta que el alma, la esencia misma del amor que cada uno lleva en su corazón, no entiende de atributos externos, poco le importa si eres un ser rico o pobre, si has estudiado tres carreras o no sabes escribir.
Cuando se han alcanzado unos niveles mínimos que permiten vivir con una vivienda digna y comida cada día en la mesa, sin importar las creencias religiosas, la edad, la educación, el estatus económico logrado, el color o el sexo, todos los seres aspiran a vivir en armonía, con salud, amor, felicidad y seguridad para ellos y sus familiares.
Me ha pasado en numerosas ocasiones que estoy en una reunión social y no sé a qué se dedican las personas con las que hablo, compartes allí tu acontecer diario, la otra persona te cuenta sus cosas, nos reímos, sin precisar saber lo que el otro lleva en su cuenta corriente, el coche que tiene o de qué familia viene.
Luego, alguien comenta que la mujer con la que has compartido historias es la directora de «noséquempresa» importantísima o que el señor aquel de gafas y bigote que te contaba los chistes, es el dueño de una cadena de hoteles de lujo, con presencia en todo el mundo.
¡Bien por ellos!
Aunque estos datos, para mí, no cambian nada, porque lo que de veras me ha nutrido del rato en el que intercambiamos opiniones, es lo bien que nos hemos sentido, son las risas que me provocaron los chistes malos, es el darme cuenta de que ellos son tan vulnerables como yo en varios aspectos y que tienen las mismas inquietudes que yo a la hora de criar a sus hijos.
Somos iguales al final.
Somos amor.
8-«Sigue a tu gozo y se abrirán puertas donde las puertas no existían». Joseph Campbell
Cuando realizas algo con gozo profundo, la vida se encarga de abrirte las puertas para que todo sea más fluido, más bueno, más fácil.
Aparecen personajes en tu obra de teatro vital, que acorralan al malo, que traen una escalera para subirte a lo más alto del mueble, que despliegan los colores que necesitas para el cuadro, que teclean por ti las palabras en el ordenador para crear el diálogo, que te chivan el texto que se te había olvidado,…
Confía, si algo colma tu corazón de dicha y gozo, camina a su encuentro, pon todo de tu parte.
Aventúrate a vivir, la vida está deseando de ver como eres tu mejor versión. Goza, ríe, ama, vive.
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Abrazos de corazón
María José Malleiro Zorzano